23.11.08

Muerte en Teherán

En cierta ocasión, un persa rico y poderoso paseaba por el jardín con unos de sus criados, compungido éste porque acababa de encontrarse con la muerte, quien le había amenazado. Suplicaba a su amo que le diera el caballo más veloz y así poder apresurarse y llegar a Teherán aquella misma tarde. El amo accedió y el sirviente se alejó al galope.
Al regresar a su casa el amo también se encontró a la muerte y le preguntó: "¿Por qué has asustado y aterrorizado a mi criado?" "¿Yo no le he amenzado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán", contestó la muerte.

(extraído de "el hombre en busca de sentido" de Viktor E. Frankl)

11.11.08

El tiempo no había pasado en vano. Caminar había sido uno de los mejores ejercicios que podían existir. No pensaba. Solo observaba. El silencio nocturno es el mejor amigo del alma atormentada.

En cada paso que daba en aquel verdoso parque, observaba el mundo detrás de los árboles, ciego por los mis prejuicios de hombre cansado y confuso, de ideales perennes, estancado en mi túnel.


"Caminar hace bien al cuerpo al alma, pues lo descarga del día y la noche, de las ideas, y los malos sueños" decía el viejo. Pocas cosas habían sido tan ciertas en esta vida como aquello. Viejo loco.

No llevaba mucho de caminar, cuando veo a unos muchachos. Ellos eran la figura que en la calle ya no sorprende: artistas de 14-15 años. Al acabar el día, ellos mantenían los volantes "cautivos" en los semáforos, con actos perdurarían por cuanto se los permita la luz roja. Uno jugaba con aquellas resfalosas clavas, lanzándolas al infinito, en giros confusos y mañosas expresiones de simulado riesgo, destinadas a despertar a los conductores. Una figura raquítica hacia círculos en el aire con sus pañoletas en constante tensión. Eran un pareja de artistas, eran una pareja de niños. Pero, en un beso arrancado del final del espectáculo (algo furtivo, bastante vidrioso), esos dos demostraban ser más que una pareja de pequeños artistas.

8.11.08

Había una vez...

Había una vez... un desolado y maltratado país, donde ya los alunizajes era cosa del pasado moderno. Ahora no se anulizaba, eso estaba Out; ahora, en estos días, se marcianilizaba. Ir al país-mundo Marciano, ¡eso sí es estar In! ¡era la Moda!. Los desolados y maltratados habitantes, eran ciudadanos ejemplares y respetuosos de su condición. Entendían a cabalidad su imagen de gente desolada y característicamente maltratada, y sacaban provecho de ello: la pena es una gran fuente de ingreso, si es que se sabe utilizarla a favor del interesado.
Y vivieron desolados y maltratadamente felices por siempre.