21.12.24

Breve descripción de mi mismo

Mido un metro sesenta y ocho.
Respiro desde fines de los ochenta.
En mi cuarto hay una cama sin respaldo, vieja y con algunos libros desparramados.
Duermo contra la pared, entre ropa enmarañada, un hábito de toda la vida.
Me despierto cuando sale el sol, me levanto después de varias horas.
Mi madre es medio obstinada, y mi padre la secunda.
De acuario, ojos pardos, algo canoso, áspero; 
poco sonriente, algo tacaño y no colecciono nada.
Guardo la ropa, aunque me tomo mi tiempo en hacerlo.
Me aburro e incomodo en Nochebuena.
Si estornudo, hago ruido, y a veces hablo con la boca llena.
Soy de pocos amigos y de enemigos... no sé cuántos cosecho.
Tengo mala vista, me golpeo si la luz falta.
Dicen que soy bueno, aunque sea un amargado.
Nací de madrugada, primero de familia numerosa.
No creo en dioses ni en santos, pero me gusta el silencio de los templos.
Uso prendas talle M y L.
Escribo en secreto, porque no tolero las críticas.
De la vida yo me río, porque es corta e ingrata.
Yo quisiera elegir con qué veneno envenenarme.
No me gusta el protocolo, aunque lo encuentre necesario.
Si tengo vergüenza, me sube el color rojo, y no aguanto tener vergüenza ajena.
Sé cuidarme solo, aunque digan que no lo parezca.
Aunque yo ya no huyo, cada tiempo me ataca algún miedo.
No profeso ningún credo, ni me creo ningún macho.
Alcohólico no soy, pero a veces me emborracho.
Si no hay plan, improviso, aunque lo cambie muchas veces.
Monto una bicicleta que me lleva a todos lados, 
Y, para defenderme, judo o sambo.
Quisiera decir que no me complico mucho, no me estanco.
Tengo pocas adicciones, de las que me hago cargo.
No tengo legado ni familia de linaje, y a veces el pasado me cobra peaje.
Tengo ideas pendientes y un viejo y sano no-dislocado hombro.
Me duele una rodilla cada tanto, y los pensamientos otro tanto.
No siento cosquillas, trabajé en un cine, y no traiciono a mis amigos, porque eso es lo primero.
Nunca cuento todo, pues corre peligro el encanto, y yo no puedo, aunque intento, tener todo lo que quiero.

21.4.24

Han pasado años...

Han pasado años y echo profundamente de menos muchas de las cosas que solíamos hacer juntos: extraño esas tonterías que surgían después de un bienvenido "Hola amor", y aquellos diálogos absurdos que le seguían, que animaban el día a día, ahora apenas retenidos en mi memoria. Extraño a veces, esos "te quiero" y "te amo" que soltados al azar, entre momentos de silencio, llenaban todo, robaban todo, rebotando de pared en pared, resonando en los rincones de este pequeño departamento.

Hay tantas cosas que añoro, tanto que mi corazón se agita inquieto, llevándome a desahogarme escribiendo, plasmando en esta pantalla lo que bulle dentro de mí, lo que me hace exhalar suspiros que me dejan sin aliento, que aún oprimen el alma.

Aún la llevo conmigo. La amaba, la admiraba, anhelaba tenerla a mi lado cada día, pero la perdí, se fue.

Y claro, al final, todo terminó siendo unilateral, pues muchas mentiras salieron a la luz y se abatieron sobre mí. Tarde la conocí, quién era verdaderamente, pese al tiempo de estar bajo el mismo techo... o más bien siempre lo supe, pues siempre lo había dicho, lo había expresado, solo hacía oídos sordos, escuchaba lo que quería escuchar. Me desmoroné, me golpeó, me dolió profundamente. Lloré, y lloré profundamente.

Y lo comprendo, lo tengo muy claro: al final, solo me faltaba amar a quien realmente importaba: a mí mismo, a mi ser interior que solo busca amor y cuidado.

Preguntabas cuánto dura un duelo. Bueno, nunca acaba, se vive adentro, cada día se cuelga y descuelga en un espacio de mi corazón, hasta que llegue el día en que, de tanto hacerlo, no sepa dónde quedo.


Mientras, entre cada suspiro y cada aliento que escapa, recuerdo y suspiro, y suspiro profundamente.

Ausencia con Ritmo de Tren

te extraño no en la almohada sino en el aire que respiro en las esquinas que doblan las voces de la tarde ayer creí escucharte en el rumor d...