Solía guardar una sonrisa para esos momentos... y sin embargo, aún así, no bastaba.
Era tarde, nada más me quedaba algo de tiempo para observarla -nunca dejo mi mirada de estar fija en el brillo de sus ojos-, y luego dar algunos pasos atrás, alejándome en silencio, hasta romper el encanto, hasta el próximo "Hola, ¿cómo estás?".
"Del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio"
9.4.13
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