Se mi musa del amanecer, la diosa de mis atardeceres.
Ven, y cubre con tus achocolatados pasos mi risa y has de mi sueño el paso a tu cielo.
Amén.
"Del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio"
El niño aprendió a calcular el peligro por el sonido de los nudillos apretándose. Su padre no bebía, pero humillaba, gritaba, construía cas...
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