22.9.13

Entonces vimos lo eterno y comprendimos que no era lo que queríamos. Se tú la muchacha que huya del cielo, que yo sólo sé de lo terrenal.

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Las manos que no heredé

 El niño aprendió a calcular el peligro por el sonido de los nudillos apretándose. Su padre no bebía, pero humillaba, gritaba, construía cas...